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© Lerendi Mendi. Todos los derechos reservados.

Pabellón psiquiátrico núm. 13

>> 6 oct 2010

- Parece que van a dar de alta pronto a Lerendi.

- ¡Anda! ¿Ya está recuperada? Qué tía, todo el mundo habla de ella.
- Bueno, no sé si está recuperada o si sus médicos no pueden más. Pero lleva aquí bastante más de un mes y ya está bien, ¿no? Que no sabe más que dar por culo, la pobre.
- Eso es lo que quisiera ella.
Gómez se ríe de su propio comentario. Es una auxiliar de enfermería de corta estatura y mente, pero de brazos fornidos y escrúpulos escasos. Agarra por detrás a Saldaña, su compañera de turno y correrías, y se refriega contra ella mientras susurra “¡Más, más..!”, entre risas y jadeos. Saldaña la acompaña unos segundos en un grosero vaivén que acaba interrumpiendo con simulado pudor.
- Anda, deja, que como nos pille la supervisora...
- Como nos pille, se corre toa.
- Qué bestia eres.
- Bestia, pero a ti te gusta.
- Anda, déjame.
La joven auxiliar se intenta deshacer del abrazo. Gómez, repentinamente seria, la retiene con fuerza. Luego la mira, sonríe y la suelta.
- Uis, te dejo, te dejo, virgencita.
Saldaña le sonríe conciliadora.
- Es que aún me quedan cuatro del lesbiátrico por lavar. Y son las peores.
- Qué me vas a contar que yo no sepa. ¿También vas a lavar a la Lerendi?
- No, de esa se encarga la Bienpeiná.
- ¿La Bienpeiná? ¿La propia boss? ¡La leche! ¿Y eso?
- Le hace gracia. Dice que en todos los años que lleva en el 13, rodeada de salidas, nunca ha conocido una tan desesperada como esa. Por lo visto es un caso único.
- ¿Es verdad lo que se cuenta de su clítoris?
- Totalmente. Pero no debería contarte, ya conoces los derechos de las pacientes: su intimidad es secreto profesional.
Gómez suelta una carcajada y agarra a la desprevenida joven por un pezón. Se lo retuerce.
- ¿Quieres que le cuente a la boss un par de secretitos profesionales que compartimos tú y yo?
Saldaña la mira asustada.
- No.
- Pues habla, imbécil.
Saldaña se frota el pezón dolorido.
- Tiene una erección clitoridiana que no responde a  ningún tratamiento. Han tenido que llamar a una costurera para que le haga un ojal en las bragas, porque la mujer no soportaba la presión. Lo tenía en carne viva. Ahora lo sigue teniendo gordo, enhiesto y duro, pero menos morado, y al menos no lleva las bragas agujereadas de mala manera. La verdad es que la costurera ha hecho un trabajo primoroso, con una sencilla labor de punto de cruz alrededor del agujerito, que...
- ¿Me estás diciendo que esa tía está todo el día empalmá?
- Empalmada es poco, Gómez. Va todo el día como el acero. Con la medicación que le damos, que tendría que estar zombie, va tan estimulada como si se le hubiera aparecido la mismísima Angelina Jolie a comérselo gratis.
- Caramba, Saldi, que suelta te veo, con lo modosita que llegaste.
- Es que en ese pabellón se ve de todo. Pero yo soy la misma, ¿eh?
- La mismísima inocente corderita. Cuéntame más: ¿por qué la trajeron aquí, donde solo ingresan a las más tirás de las tirás?
- La encontraron vagando por las calles de un pueblecito almeriense, con la ropa casi arrancada, en un extraño estado alucinatorio. No conocía a nadie y apenas se entendía lo que hablaba. Babeaba muchísimo y ya entonces tenía esa gigantesca erección.
- ¿Y quién la trajo aquí?
- Unos policías locales jovencitos la ingresaron, después de rescatarla de manos de una pandilla de adolescentes que intentaron convencer a los polis de que se la regalaran. Querían montar un espectáculo con la que ellos ya llamaban la Superpipa. Le ofrecieron a los agentes compartir las ganancias, pero se ve que las nuevas promociones están formadas en derechos humanos y los policías se negaron. Se hicieron un vídeo con ella, lo colgaron en youtube y la dejaron en la puerta de la clínica una madrugada de agosto.
- Pues vaya ingreso.
- Se ve que estaban azorados. Y no era para menos. Aquello habría turbado hasta a la puta de Babilonia.
- Pero suelta que te veo, hija.
- Son referencias culturales, Gómez. Es que mi padre es muy de la biblia.
- Igualito que tú. Bueno, ¿por qué está así? ¿Esquizofrenia?
- No exactamente. Cuando llegó solo repetía, con una obsesiva cantinela, “sembrao de melones”.
- ¿”Sembrao de melones”?
- “Sembrao de melones”. Eso es todo lo que pudieron sacarle los médicos durante la primera semana. La tuvieron que tener atada todo ese tiempo, porque se estaba haciendo un destrozo en sus partes. No paraba de frotarse contra todo y meterse no te digo qué. Se ve que la pobre no tenía descanso, así que cuando la pillaron masturbándose con un consolador que se había hecho con un rodillo de amasar envuelto en varios estropajos de aluminio, hubo que pasar a aplicar las técnicas de contención más drásticas.
- ¿Medicación para elefantes, esparadrapo en boca, camisa de fuerza, manguerazos de agua helada y hostias a discreción?
- Entre otras cosas. Pero hasta la semana por lo menos no empezó a mejorar. A veces ya pasaban varios minutos antes de que repitiera “sembrao de melones”. Parecía reconocer a la gente. Más o menos al décimo día incluso sonrió.
- Joder, sí que estaba chunga.
- Por fin, con mucho esfuerzo y delicadeza, los médicos pudieron reconstruir el trauma que la postró en ese estado.
- ¿La muerte de un familiar agricultor, quizás?
- Qué graciosa, Gómez. Con lo mal que lo ha pasado la mujer... Pues no, no es eso. Parece que se había ido de vacaciones a la costa almeriense. Salió de la fonda en la que se alojaba y se fue a la playa. Se puso a andar por la orilla, sin agua, sin gafas de sol, a pleno mediodía...
- Y se insoló.
- No. Según cuenta, cuando llevaba ya más de una hora andando, se encontró sola en la playa ante una barrera hecha de cañizo en la que habían colocado un cartel muy raro.
- ¿Qué ponía en el cartel?
- Sembrao de melones. Prohibido hombres. Enter at your own risk.
- ¿Ein?
- Y ella pensó que había llegado a una comuna de feministas ecologistas extranjeras o algo así. Entró ligera, algo mareada por el sol, pero contenta. Y allí tuvo la visión. Ante sus ojos se extendían metros y metros de jóvenes mujeres desnudas, miles de ellas, con todas las alegrías al aire, en la mayor playa lesbonudista clandestina de toda la costa europea.
- ¡Hostias!
- Ella no sabe lo que le pasó. Dice que sintió como si el mundo entero girase a su alrededor, como si hubiese encontrado el sentido de la vida en un instante... Luego empezó a ahogarse y perdió la conciencia. Cuando se despertó, la erección ya estaba ahí.
- ¿Y dónde está esa playa? Podríamos darnos una vueltecita un finde de estos, Saldi. ¿Cómo lo ves?
- ¿La playa? Nadie ha podido encontrarla. Hemos llamado al ayuntamiento de Aguacaliente, pero dicen que en su municipio no hay playas nudistas, y menos de lesbianas.
- ¿Y los policías que la encontraron?
- No tienen ni idea. Los médicos, en su afán por ayudar a la paciente, hicieron una labor de investigación exhaustiva. Una comisión de cinco de ellos se trasladó al pueblecito a buscar la playa para conocer las circunstancias exactas que pudieron motivar el grave trastorno de Lerendi. Pero nada de nada. No hay rastro. Y eso que han alquilado un helicóptero, contratado guías locales, consultado google earth y  a reconocidas videntes...
- ¿Entonces?
- Han concluido que el delirio estuvo motivado por la visión de un puesto de melones especialmente lozanos en el mercadillo local del pueblo, en una paciente muy sugestionable porque llevaba años de castidad encima. No es que esa explicación convenza mucho, pero después de la visita al pueblo los médicos venían como muy frustrados y nadie ha querido preguntar más.
- ¿Y la van a soltar así?
- Dicen que ya no es un peligro para la sociedad ni para sí misma. Pero le han prohibido ir a la playa y entrar en fruterías. Y nada de mercadillos.
- Vaya.
- Bueno, le van a dejar llevarse las bragas bordadas.
Gómez mira lúbrica a su compañera. Susurra como una serpiente en celo.
- Hum, nena, ¿por qué no escamoteas una de esas braguitas y pillo yo un par de melones de la cocina?
Saldaña titubea.
- Pareces del 13, siempre pensando en lo único.
Gómez la mira, se relame despacio los labios y despide a Saldaña con un manotazo en el trasero y un “¡Hala, melona!”. 
La de esta noche va ser una guardia divertida.


***

Apenas a cien metros, en una estrecha habitación acolchada e insonorizada del pabellón 13, Leren piensa en la sección de frutería del Carrefour. Tiene la mirada ida y la sonrisa boba, pero se apresura a cambiar el gesto cada vez que oye pasos. De vez en cuando, se acaricia la entrepierna y susurra "mi tesoro".
Sabe que volverá.




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12 comentarios:

Anónimo,  octubre 06, 2010  

qué miedo da esta versión de Leren!!


G.Addict

Leren octubre 06, 2010  

¿Miedo? Pero si es de lo más tierno, G...

Anónimo,  octubre 06, 2010  

Ojoplático masdejao...

Leren octubre 06, 2010  

Mejor ojoplático, Anónimo, que ojalplástico (sí, lo sé, es un chiste malísimo, pero estoy con el mal mensil y no doy para más).
Saludillos :)

Anónimo,  octubre 06, 2010  

Hola Leren, que bueno leerte de nuevo tan inspirada, este post me ha dejado entre un stephen king y un relato sadomelonero.
Lo que da el verano ,las playas y los melones al aire o enterraitos jajajaja.
Te dejo un beso con sabor tropical.
Eva

Leren octubre 06, 2010  

Sadomelonero, jajaja. Te tomo el término prestado para inaugurar un nuevo género lesbobloguero, ¿vale?

Hum, ¿el melón es una fruta tropical? Es que no sé bien cómo imaginar el sabor de ese beso.
Ea, uno mío, con el sabor que tú quieras,
Leren

Anca Balaj octubre 08, 2010  

Bueno, ya decía yo que algo grave debía de pasarle a la pobre Leren: tanto tiempo calladita no era normal.

Que se mejore...

Un beso. Normalito y casto. No vaya a ser que empeore y luego ya la tenemos ingresada de nuevo.

Anónimo,  octubre 08, 2010  

Hola Leren, el término claro que te lo presto, sin duda alguna.
Y bueno el melón tropical no es, por eso el beso era con ese sabor, sino hubiese puesto besomelonero pero uffffffffff!!! te imaginaba en el pabellón 14 , igual de sandías jajajajaaja.
Beso abierto a la imaginación.
Eva

Eva Gutiérrez Pardina octubre 09, 2010  

Impresionante, Leren. El diálogo me ha tenido atrapada de principio a final. Admirable el ritmo, el suspense, la produndidad en la contrucción de los personajes, la historia de la adicta al melonaje... y el final. Sublime. Yo de ti seguía y escribía una obra de teatro, Leren. ¡Date/nos esa alegría! De momento voy a extenderlo entre mis amistades en Facebook: una joya como ésta -por más que sea "nuestro tesssssssoro"- tiene que compartirse. Me voy a extender Tu Palabra. ¡Besos!

Leren octubre 12, 2010  

aMinúscula, en este estado no me atrevo a recibir besos, ni siquiera castos. Tengo la... sensibilidad exacerbada.
Pero puedo darlos. Beso :)

Eva, eres una mujer generosa. Pero sé buena conmigo: no me hagas pensar en sandías, ¡que estoy mú malita!
Beso de higo chumbo ;)


Eva GP, gracias. Se me ha puesto el ego tan hinchado y volátil que he tenido que esperar a que se le pasara un poco para bajar a tierra y llegar al teclado.
Mi autoestima y yo te saludamos con afecto. ¿Dónde tienes la consulta de coaching? ;)
Besos,
Leren

Anónimo,  octubre 24, 2010  

Que suerte tienes, llevo años buscando que alguien me borde unas bragas y no lo he podido conseguir, a ti te las han bordado sin más e incluso te las has podido llevar puestas.
Después de leer los cotilleos de los profesionales del centro, pienso que no te ha ido muy bien allí, la próxima vez te llevas los melones contigo en vez de dejarlos en la playa y a quien pregunte le invitas a una calaita

maria,  octubre 27, 2010  

coincido con eva, mehas tenido en vilo hasta el final de tu historia jejejejeje, pero lo que mas me ha gustao ha sido lo del ojal a punto de cruzz po diossss

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