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De flujos, eyaculaciones y olas asesinas

>> 9 may 2010

Es aún noche cerrada. Me ha despertado el terror.


Mi corazón late enloquecido. Me tiembla todo el cuerpo. Estoy helada. Tengo frío, muchísimo frío.
Con pánico, cautelosa, palpo las sábanas. Secas.
Sigo explorando. Me atrevo a moverme poco a poco. Recorro almohadas, centro y pie de la cama. Todo seco.
Me voy calmando. Ha sido un mal sueño. Ya pasó.
Solo yo estoy mojada: mi frente, mis axilas, mi espalda, mi pecho. Pero me tranquilizo. No es ella. Es solo miedo, una pesadilla; es sudor, sano, saludable, simple sudor frío.
En cama, como cada noche desde hace siete años, estoy yo sola (los peluches y los vibradores no cuentan). Ella no está y soy feliz, feliz en esta soledad seca que me rodea.

La primera vez que ocurrió fue inesperado, una sorpresa absoluta para ambas. Aquel orgasmo debió de ser de campeonato (miro uñas, aplico vaho, pulo en hombro, vuelvo a mirar uñas), porque ella empezó a manar. Fue desconcertante y, en fin, más o menos turbador y gracioso, pero decidimos tomarlo como signo de nuestra increíble conexión sexual, que había hecho fluir aquella fuente. A ella nunca le había pasado y yo nunca lo había experimentado ni contemplado. Así que investigamos, y después de una búsqueda exhaustiva en fuentes universalmente accesibles (no se trataba de usar claves de la biblioteca para acceder a artículos especializados sobre eyaculación femenina, entiéndase), colegimos que aquello era magnífico, una muestra de una liberación sexual a la que solo unas elegidas estaban llamadas. Y, aunque yo no estaba entre ellas, me sentía orgullosa de mi papelito catalizador.

Aprendimos a follar con un cubo y una fregona cerca. Eran divertidos los numeritos de sexo de pie, contra la pared, con salvajes y hottísimos empellones que resultaban en charcos cada vez más grandes. Yo me sentía algo disminuida a causa de mi –por contraste- casi nula producción de flujo, pero aún podía más la satisfacción de mi vanidad machirula de “mira lo que te saco, nena”. Ella, por su parte, estaba cada vez más exaltada. No paró hasta encontrar un foro de eyaculadoras, del que rápidamente se convirtió en una de las más activas miembras. Cada vez pasaba más tiempo allí enganchada, comentando experiencias, sensaciones y trucos; haciendo amigas. A veces, mientras cocinaba o leía, escuchaba sus carcajadas desde el estudio y me perturbaba. La sentía cada vez más lejos. Ella me comentaba, pero decía que no podía entenderla realmente. Otras veces me leía artículos de ginecólogas e ideólogas feministas eyaculadoras y yo me sentía fatal, una reprimida, atrapada en mis sequerones orgasmos de segunda. No sabía cómo liberar mi río, mi arroyo, mi agüita interior siquiera. Ya no me sentía la lesbiana mañosa que había despertado a la diosa sexual, sino la pareja que se había quedado en un nivel evolutivo inferior.

Y el sexo oral, ay.
Los primeros días tenía también su aquel. Era divertido verla ruborizarse, escuchar sus, “no, por favor, qué vergüenza”. Y mis asertivos ”tranquila, no es pis, míralo, huélelo, no seas tonta, si es genial, blablablá”. La convencí de que era algo estupendo, natural, sano. Antes de que ella indagara, ya le había mostrado yo algún artículo sobre la eyaculación femenina, porque no quería que se turbara, que se inhibiera, que sufriera por su expresión sexual. Y vaya si lo conseguí. De sus “no, por favor” pasó al ”¿a qué sabe?”, y en unas pocas sesiones más al “bébetelo, todo”. Caramba, ya eso no era tan divertido. Tuve que camuflar un cubito debajo de la cama para escupir a escondidas los litros y litros de líquido que producía esa fiera sexual desatada que cada vez reconocía menos como la mujer sensible, delicada y mesuradamente apasionada que me había conquistado hacía escasos meses.

Pero no me atrevía a decirle “bébetelo tú, cojones”. Me había quedado fijada en qué suerte tienes, tú eyaculas y yo no, tú eres una lesbiana liberada fetén y yo una primitiva. Me planteé ir a un psicólogo. Pero esos se ponen con nuestra historias y no sabía dónde encontrar una psicóloga lesbiana que supiera de eyaculaciones de tías. Estaba sola. Y cada vez más resfriada, porque llegaba el invierno. En verano, acabar empapada en la cama tiene su punto. Compras un protector impermeable de colchón, mojas las sábanas y te da igual. Si se llega al chapoteo, te tiras al suelo y sigues con la orgía, pero en invierno... Tuvimos que comprar una secadora industrial, porque no dábamos abasto a secar protectores de colchones, sábanas, mantas, edredones, toallas de playa o cualquier elemento secante que nos pillara cerca cuando el estro apretaba. Su estro, debería decir, porque el mío iba cada vez a menos. Empecé a temer meterme con ella en la cama. Simulé dolores de cabeza, candidiasis, depresión, esguinces, ayunos sexuales espirituales, pero en vano. Ella me decía que no me preocupara, que yo no tenía que hacer nada, que ella se lo montaba sola. Conmigo. Era como ser una muñeca hinchable por amor. Pero estoy segura de que una muñeca hinchable no queda tan empapada como quedaba yo tras sus sesiones. Ni tan deprimida. Ni tan congelada.

El invierno fue horrible. Ella se empeñaba en no cambiar las sábanas después de sus espeluznantes corridas. Decía que a las mujeres se nos había enseñado a odiar nuestros olores y flujos y que ella estaba ahora compensando, aceptando los suyos. Glorificando, pensaba yo, pero callaba. Yo me maldecía a mí misma por haber alabado los comienzos de sus fluidas hazañas. Se había crecido a extremos insoportables. Nos obligaba a dormir toda la noche con las sábanas empapadas de sus orgasmos. Sus orgasmos, mierda, sus numerosísimos orgasmos. ¿Es que no podía tener uno, o dos o tres por sesión y ya está? ¿Es que no podía ser una lesbiana del montón? No, no podía. No había razón, ruego o queja que la hiciera parar antes del décimo, al menos, y eso solo si tenía que madrugar (ella, porque mis madrugones no contaban en esta autodeificación sexual a la que se había lanzado). Cuando ella caía rendida, con ese tufo a pis-corrida que nos envolvía a ambas, yo me quedaba ovillada en una esquina de la cama, buscando un centímetro que estuviera seco, cavilando cómo liberarme, cómo decirle que no quería más, que ansiaba sexo con su poquito de flujo no más, lo bastante para decir, “guau, amor, estás a punto”, y no “para, tía, que estás inundando el piso de abajo”.

Quisiera poder decir que fui fuerte, asertiva, que un día le dije que ya no quería más, que se fuera con sus chorros a otra parte. Pero no. Me instalé en la frigidez y limité mi rol sexual a proveerla de orgasmos para sus charcos. Ella no parecía notar nada raro en mí. Solo se exploraba, se probaba, se gustaba cada vez más. Yo había perdido toda esperanza. Y no tenía con quién hablar, a quién pedir ayuda. No podía liberarme de mi mojada esclavitud. Contemplaba ya el suicidio. Pero entonces la conoció en aquel foro de mujeres eyaculadoras. Ella seguía posteando, aprendiendo sobre diversidad en los flujos, composiciones químicas, colores, olores y, ¡maravilla!, producción. Llevaba algún tiempo cuantificando su líquido orgasmal que, para mi horror, iba en aumento. En una de sus noches inspiradas podía llegar a fluir hasta doce litros, con picos de hasta tres litros en un único orgasmo. Y he ahí mi fortuna: aquello estaba llegando a parecerle poco. Ah, nuestra conexión había muerto hacía mucho. Su excitación era mi miseria, su deseo mi pavor. Cuando me dijo que quería crecer más como mujer (léase, eyacular más litros), pasé de considerar el suicidio a planear su asesinato. Pero no hizo falta. Llevaba algunos días más enganchada al foro de lo usual. Ahora, sin embargo, no oía sus carcajadas, ni me comentaba lo que había aprendido o las extravagancias de usuarias. Salía del estudio seria, lejana, y me respondía con evasivas. Empezó a requerirme menos, para mi alivio y preocupación. Hasta que un día en el que con un par de toallas y solo unas pasaditas de fregona todo estuvo recogido, ella me miró muy seria y me dijo esas palabras que congelan hasta a la más valiente: “tenemos que hablar”. Lo nuestro no era lo mismo, la relación no estaba creciendo, estábamos estancadas y había conocido a una chica, Jaculatoria69, con la que se comunicaba profundamente y con la que estaba ciberexplorando otras posibilidades. “Leren”, me dijo, “no eres tú, soy yo”. Ya. Jacu (me partió el alma que la llamara así) producía hasta diez litros por orgasmo, y era una lesbiana que se asumía a sí misma sin complejos, sin fundas impermeables de colchón, sin fregonas. Era una lesbiana evolucionada. “Leren, yo te quiero, pero estamos en niveles diferentes”. A pesar del dolor, por un momento recordé cómo era dormir en una cama seca y me di cuenta de que sobreviviría a la ruptura. “Siempre te querré, Leren, pero tú nunca has podido beberte más de dos litros seguidos de mi néctar”. Me las arreglé para no descomponer el gesto; si íbamos a acabar, que fuera bien. Y siguió: “Jacu puede beber más de cinco litros por orgasmo, y yo necesito estar con una mujer que me acepte como soy, que me tome entera”.

Hice las maletas. Me quedaron muy ligeras, porque dejé allí todas mis sábanas, las toallas, el cubo y la fregona. Ella me miraba intentando aparentar pena, pero no, yo sabía que estaba ya muy lejos, imaginando húmedas aventuras sexuales de dimensiones cósmicas.
Le di un beso y salí de allí con un gesto triste que cambié por uno de alivio nada más torcer la esquina y estar lejos de su alcance visual. ¡Dormir seca! ¡Iba a dormir seca! Y por fin tendría sentido volver a usar crema hidratante. “Leren”, me canturreé, “el mundo es ancho y te espera”. Entré en una librería y compré el mayor mapa mundi que pude encontrar. Cubrió casi toda una pared de mi habitación en la pensión, pero la patrona no se ha quejó de las chinchetas que marcaron todos los desiertos del planeta.
Al día siguiente fui a Viajes Aventúrate a cerrar el contrato de mi expedición a Gobi. Solo de pensar en esa árida vastedad, ya sentí el despertar de mi marchita lujuria. Estaba viva de nuevo, ¡viva y seca! Y al fin había desaparecido de mi mente la voz de Rocío Jurado martilleándome cada día, cada minuto, con "Como una ola".

Jacu69, amazónica, nílica, catarática amiga, jamás te olvidaré. En cuanto a ti, querida ex, allá donde estés, que te folle un pez. Espada.

9 comentarios:

Anca Balaj mayo 09, 2010  

Jajajaja, Leren, debió ser terrible! Uf, menos mal que has vuelto a la sequedad, sea esta un estado evolutitvo inferior o no.

Anónimo,  mayo 09, 2010  

Ay con los excesos.Leren, lo tuyo es digno de estudio: sacas ríos de pozos semi-secos para convertir las estepas en humedales. Pero te entregas con tal ahinco que olvidas los límites, y pierdes el control hasta convertir la plácida orilla en terreno desolado por el tsunami. Habrá que avisar a las autoridades del lugar donde has colocado tu róxima etiqueta para avisar del peligro que les acecha.

Amarilis

Elba mayo 09, 2010  

Madre mía Leren, vaya suplicio tuviste que pasar. Qué horror!

Unknown mayo 09, 2010  

"Wet dreams are made of this" que cantaba Eurythmics. Ahora que lo pienso, a lo mejor Annie Lennox tenía el mismo problema que tú. Jajajaja. Ay, pobre!

Plekito mayo 09, 2010  

Una cosa es eyacular normal y otra es, llegar hasta los extremos!!
Si, al principio no sonaba una pesadilla... pero creo comprender porque se volvio la peor parte de su vida.
Y si, que a tu ex -con todo el debido respeto que se merece y sin conocerla- que se la coja un pez!!!

Rosa,  mayo 10, 2010  

Y digo yo... fué después de esta experiencia que llegaste a la castidad? Porque nada mas imaginar que podría llegar otra Eyaculadora yo me pondría enferma.... Lo mismo a tu ex mas que un pez espada de conviene una ballena .... o un tuburón...

Anónimo,  mayo 10, 2010  

Leren ,lerendi, lerendae, así contado dan ganas o de ponerse un traje acuático, submarino, o llevar muy a mano una vileda absorve extrahumedad, pero mira si le sacas el lado más positivo, íntimo y divertido, en lugar de quitarte un peso de encima, dirás que te has quitado unas goteras de abajo, porque uf! aqui no vale eso de más vale ola en la mano...que ciento buceando.
Un beso, miedo da decirte húmedo, así que sequito para tu castidad.
Eva.

Ferchu,  mayo 10, 2010  

Parece que fuese una aventura de inundación de este invierno!!!! Pero no llevas sieta años de castidad???? Un consejo si la ves aparecer ten un chubasquero a mano!!! o plan B - sal corriendo. Por cierto es normal esa castidad porque nada mas imaginar con una te dice ¡que mojadas me tienes! es para salir corriendo.
Besos secos

Leren mayo 12, 2010  

He necesitado días para contestar, porque solo pensar en esto de nuevo siento como un ahogo muy malito...

@aminúscula: soy feliz así, fresca, seca e inferior ;)

@Amarilis: no fue mi ahínco (bueno, solo un poco, al principio), pero es que hay mujeres que con cualquier excusa, hala, a brotar. Sé de una a la que han contratado en las Tablas de Daimiel, con los resultados que todas conocemos: ha apagado los fuegos interiores de la madre Tierra.

@Laura: sin paños calientes (sino fríos y mojados), fue un suplicio que no le deseo a nadie. Bueno, sí, a las de ese foro.

@Andaba: "Wet dreams?" No, no, mis "sweet dreams" jamás volverán a ser wet. No way!

@Plekito: comparto tu deseo, pero yo quito el "con todo el respeto que se merece". No se puede respetar a las torturantes sexuales. Que se la coja ese pez ya!

@Rosa: lo que me llevó a la castidad fue más repentino y doloroso. Aún no estoy lista para contarlo... Y sí, ella podría por sí misma crear el hábitat necesario para una ballena o dos (no sé si le molaría el tiburón).

@Eva: no había vileda que pudiera con ella (es más, la que ahora trabaja en las Tablas trabajó antes en Bayetas Sequex, pero la despidieron porque no eran capaces de secar lo que la tía producía, y los deprimía mucho).
Ah!, gracias por el beso, Eva. Veo que en los comentarios a esta entrada hay menos de los habituales, como si a alguna le diera miedo contagiarse y ponerse a manar o ser manada (o como se diga, ea).

@Ferchu: no fue este invierno, pero el horror está impreso en todo mi ser y aún me pone la carne de gallina gay con solo pensarlo. Si escucho la palabra 'mojada', corro más que Usain Bolt, te lo aseguro.

Besos secos y castos, everybody :)

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