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Del delito famélico y la segunda muerte

>> 11 abr 2010

Me queda bien el color naranja.

Avanzo.
Hum, preferiría que el mono fuera algo más ajustado en la cintura, y las esposas más sueltas. Arrastrar las cadenas de los pies con mis zapatillas de meditación tampoco es cómodo pero, tras un par de delicados tropiezos, me las arreglo para caminar con soltura.

"¡El Pueblo contra Lerendi Mendi!", truena una voz, y ya no distingo las palabras que emite alguien que no es dios, pero se le parece. Estoy en trance, más allá del temor, más allá del bien y del mal. Más allá, vamos. (Juana de Arco, aprende).

Respiro hondo, serena. Tengo mi defensa legal preparada. La ley es mi pastora, nada me falta. Sí, me abalancé sobre Megan Foxy. Sí, robé su contacto. Sí, le robé un beso (ha presentado cargos por 47 besos, pero solo fue un continuum, un beso feng-shui de tres minutos que buscaba el equilibrio espacial: no dejar zona alguna desatendida).

Es mi momento. ¿Tengo algo que alegar en mi defensa?, inquiere sub-dios ¡Pues claro! Pienso en el horror insuperable de mis más de 2500 días y noches de castidad y grito, tragiquísima:
- ¡Delito famélico! ¡Delito famélico, señor juez!
(Aprende, Nuria Espert).

Pero, ay, el orondo juez Straighton no entiende de tragedias. No entiende nada y de nada. Su rostro es severo.
- Señor juez, lo he leído en El Rincón del Vago (una fuente muy solvente en mi país):  "En el hurto famélico no hay delito, porque el que estaba por morir por hambre hurta porque hay una necesidad extrema de sobrevivir. La violación de un derecho ajeno no es delito porque se justifica que con esa violación se salva otro bien más importante: la vida del ladrón". Yo, señoría, estaba en peligro de muerte.
Su rostro se endurece. Más. No empatiza. Su hambre solo es una. Insisto, plañidera, humilde. No las tengo todas conmigo.
- He robado, señor juez, pero ha sido por hambre.

"Tenía necesidad. Estaba en riesgo de extinción...", salgo lloriqueando en mis primeros pasos hacia la prisión de Butchland, donde he de cumplir una condena de 47 años en el corredor de la muerte de asco.
Mi mono naranja apesta. Me han despojado de mi moleskine y de mi vibrador de bolsillo (era de comercio justo, joder) y me han dado unas compresas ladypena y una biblia de los gedeones, algo manchada. No quiero pensar.

Llegamos bien entrada la noche. En los oscuros y estrechos pasillos distingo apenas a varias reclusas amenazantes, que se agarran a las rejas y ululan a mi paso. "¡Carne fresca!", aullan algunas. Son muy grandes, muy fuertes, muy velludas. Muy... famélicas.

No sé cómo me he colado en una pesadilla de san Juan de Patmos. Los cobardes e incrédulos, los abominables y homicidas, los fornicarios y hechiceros, y los idólatras y todos los mentirosos tendrán su parte en el lago que arde con fuego y azufre, que es la segunda muerte. 

"Bienvenida a Butchland, Leren", me susurra al oído la carcelera del corredor Revelation 69. Su voz de orco en celo me deja paralizada. Recuerdo las ladypena y entiendo. Me tumbo en el catre. Acaricio a la cucaracha que se planta en mi pecho. Espero.

4 comentarios:

Anca Balaj abril 11, 2010  

Pero... es que esas presas también cometerían un delito famélico contigo, Lerendi. Tú déjalas hacer. Cierra los ojos y déjalas hacer, pobrecitas.

Besos

Leren abril 11, 2010  

Tendría que cerrar los ojos, la nariz... aminúscula, si ya me lo han dicho los de Castos Anónimos: o me abro a lo que venga (orcos y orcas incluidos), o no saldré jamás de este infierno.
Oye, debería darte más pena yo que las otras reclusas, grrrr.

Pero besos.

Leren

Anónimo,  abril 11, 2010  

Menos mal que lo leo a estas horas y hasta que una se acueste, falta mucho, porque vamos menuda pesadilla al más puro estilo pánico entre barrotes jajajjja.
Yo que tu Leren, probaría a cometer otros delitos menores, pero de mayor intensidad emocional, que te recreen en el mundo de los sueños y la imaginación....
No se si vas por buen camino, para salir de esa casta historia en la que andas metida jajajaja
Y saca de tu cama a las cucarachasssssssssss!!!!!!!!! se convierten en una plaga.

Un beso de lo más lujurioso para que te animes.
Eva.

Leren abril 11, 2010  

No, Eva, no tengo idea de cómo salir de esta pesadilla, aunque barajo un par de opciones:
- Digo que es eso, una pesadilla, y me despierto. Cutre, estafador, pero con una larga tradición narrativa.
- Cambio la etiqueta 'pesadilla' por la de flashback, lo que me permite encajarlo como escena-cuña suelta, para cerrarlo dignamente cuando el magín me dé para algo más lúcido y lucido.

En fin, si se te ocurre alguna salida lerenda salerosa, dímela.
Y sé buena; no me mandes besos lujuriosos, que me he tenido que tomar una tila triple para escribir este comentario...

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